MAPA Y TERRITORIO

Ahora mas que nunca nos encontramos en un momento de la historia de nuestra sociedad en el cual avanzamos hacia el desarrollo de una nueva forma de interacción, y aquel espacio físico que durante mucho tiempo ha sido el entorno acotado en el cual nos hemos desenvuelto en nuestras interacciones ha dado paso a este nuevo mundo virtual en la red donde aquellos antiguos límites físicos se han desvanecido.

Sin lugar a dudas esta nueva realidad virtual en la cual ahora nos encontramos inmersos nos ofrece nuevas posibilidades que escapan de nuestra total comprensión en estos momentos, y ciertamente con el advenimiento de este nuevo espacio mundo digital los muros de nuestras ciudades y de nuestros hogares se han desvanecido y ya no constituyen un límite que nos impida generar una interacción, en estos momentos habitamos un nuevo espacio donde todos los límites fisicos se han disuelto por completo.

Hasta ahora, aquellos muros que en nuestro mundo físico constituían los límites de nuestras ciudades y de nuestros hogares no sólo han cumplido el rol de establecer claramente un límite entre el espacio público y el espacio privado generando un sentido de protección y de resguardo a nuestra integridad personal, estos muros han sido esenciales en nuestra historia como sociedad porque fundamentalmente nos han permitido desarrollar nuestro sentido de identidad, de pertenencia y de trascendencia, es en estos muros en los cuales a través del tempo hemos escrito nuestra historia y hemos generado nuestro legado.

Ciertamente como sociedad hemos asistido al surgimiento y creación de un nuevo territorio, y como lo anticipara magistralmente Baudrillard en su cita de la fábula de Borges, los cartógrafos del Imperio han trazado un mapa tan detallado que ha cubierto por completo este territorio, y ahora en el ocaso del Imperio es el mapa quien ahora precede al territorio y le sobrevive, y a diferencia de la fábula de Borges es ahora el territorio quien finalmente acaba desgarrado y esparcido por los desiertos y regresando al polvo de la tierra “son los vestigios de lo real, no los del mapa, los que todavía subsisten esparcidos por unos desiertos que ya no son los del Imperio, sino nuestro desierto. El propio desierto de lo real”.

El desierto no es otra cosa que la ausencia total de límites y de referencias en la cual nos encontramos ahora, y en esencia el sentido de esta críptica declaración de Baurdillard que él denominó como lo “hiperreal”, es que como sociedad nos encontramos en estos momentos en un estado de desarrollo tal que el mapa finalmente se ha desligado de su dependencia del territorio, los signos desde ahora ya no remiten a la profundidad de su significado, ahora las imágenes ya no representan dialécticamente lo real sino que lo preceden, lo cual es una declaración profundamente arquitectónica dado que ella nos concede por vez primera en el curso de nuestra historia un nuevo poder creador y modelador de lo que hemos entendido como real.

Conjuntamente con este gran poder viene asociado un peligro el cual también es señalado por Baudrillard, y es el de caer en el dominio de la simulación o del simulacro, el cual consiste en que en este nuevo estado de nuestra sociedad quedar finalmente atrapados en la epifanía de las representaciones y reducidos sólo a los signos de aquello que constituye ahora esta nueva realidad, lo cual es justamente lo que hemos estado ahora presenciando tras el surgimiento de las plataformas virtuales y de las redes sociales.

Si comprendemos que la información es ahora el elemento constituyente de este nuevo mundo virtual en el cual nos encontramos inmersos en estos momentos, y que los bloques de este nuevo mundo no son aquellos bloques de piedra que dieron forma a nuestras ciudades y hogares primigenios, y que en efecto, los bloques que ahora dan forma a este nuevo mundo virtual son bloques inmateriales, carentes de forma, información pura, podremos realizar entonces que el mapa que ahora precede al territorio es un mapa que no tiene forma ni medidas y que la arquitectura de nuestras nuevas ciudades no serán espacios, porque lo que habitaremos de ahora en adelante serán significados y es en lo que como arquitectos de este nuevo mundo deberemos fijar nuestra plena atención desde ahora.

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