MUNDO VIRTUAL
Sin lugar a dudas la pandemia ha acelerado enormemente la adopción de nuevas tecnologías con la finalidad de incorporar a nuestra sociedad a un nuevo mundo virtual, con el consecuente impacto en todas las áreas de nuestra vida cotidiana. Entre los expertos existe ya cierto grado de consenso general en el hecho de que este evento ha acelerado en al menos 10 años la adopción de tecnologías existentes que ya se venían desarrollando lentamente desde hace un poco más de una década.
En estos momentos la robotización, la masificación de las plataformas digitales, el teletrabajo, la formación a distancia, y la Inteligencia Artificial constituyen en su conjunto algunas de las tendencias tecnológicas con las que los países desarrollados están haciendo frente a este desafío a escala global. Indudablemente todos estos cambios han llegado para quedarse y para generar un profundo impacto en la forma en la cual nos continuaremos desarrollando como sociedad.
La rápida adopción a escala global de las plataformas digitales ha generado indudablemente en estos momentos una problemática asociada a la forma en la cual seguiremos interactuando, y en este sentido este nuevo mundo virtual se ha convertido desde ahora en nuestro principal soporte de interacción y de comunicación como sociedad. En esta nueva realidad digital debemos necesariamente preguntarnos entonces cual es el elemento que ahora cumple el rol articulador y de soporte de nuestras interacciones antes desempeñado por el espacio físico de nuestras ciudades.
La información es sin lugar a dudas el principal elemento que ahora constituye el mundo virtual dentro del cual interactuamos como sociedad y este hecho nos plantea enormes desafíos, uno de ellos es el que ahora enfrentan las principales redes sociales existentes, asociado a la necesidad de establecer por primera vez una regulación de sus contenidos debido a la propagación masiva de información no veraz, la suplantación de identidades, sumado al uso de la Inteligencia Artificial como nueva herramienta para filtrar los contenidos, en concordancia con la necesidad urgente de replantear un justo equilibrio entre el principio de protección de contenidos versus la responsabilidad asociada a su divulgación que poseen las fuentes, y el necesario e inherente derecho a la libertad de expresión.